Un informe presentado por MIT Energy Initiative proyecta cómo será el sistema eléctrico del futuro: más instalaciones de autoconsumo y más almacenamiento de energía.

El informe “Utility of the future” de MIT Energy Initiative, señala además a las tecnologías de la información y a la digitalización del sector como claves para permitir un consumo de electricidad más flexible y eficiente, ya que permitirá una mejor visibilidad del uso de la red y un mejor control de los sistemas de energía.

Hoy en día ya se están produciendo importantes cambios en el modo de consumir electricidad, impulsados en gran medida por una confluencia de factores que afectan directamente a la distribución de la red eléctrica, como es la demanda flexible, la generación distribuida, el almacenamiento de energía y los dispositivos electrónicos y de control de potencia.

Estas tecnologías se están desplegando y se están convirtiendo en los auténticos motores del cambio de los sistemas eléctricos, pero también hay que contar con el crecimiento del uso de fuentes de energía renovable, los esfuerzos para descarbonizar el sistema energético como parte de los acuerdos internacionales de cambio climático y la creciente interconexión de las redes eléctricas y otras infraestructuras críticas, como las comunicaciones, el transporte y las redes de gas natural.

Todo ello se está desarrollando al mismo tiempo, y según el informe, para evitar que se despilfarren recursos, es necesario un marco de reformas proactivas que regulen las políticas y los mercados, que estén diseñadas para permitir la evolución eficiente de los sistemas energéticos durante la próxima década y más allá.

El objetivo es facilitar la integración de todos los recursos, ya sean distribuidos o centralizados, para que contribuyan a la prestación eficiente de electricidad.

Los investigadores consideran que es necesario en ese marco regulatorio que exista un sistema eficiente de precios determinados por el mercado y tarifas reguladas que retribuyan el servicio que ofrecen las eléctricas y que reflejen lo más exactamente posible el coste marginal o incremental de la prestación de estos servicios.

También recomiendan que se ofrezcan mejores incentivos para las distribuidoras eléctricas para que inviertan en el ahorro de costes, en mejoras de sus infraestructuras y en la innovación a largo plazo. Por último, proponen una reevaluación de la estructura del sector eléctrico para minimizar los conflictos de intereses y dan recomendaciones para mejorar los mercados mayoristas de electricidad.

El estudio se centra especialmente en los sistemas eléctricos de América del Norte y Europa e identifica barreras innecesarias e incentivos de distorsión que actualmente obstaculizan la evolución eficiente del sector eléctrico.

El objetivo, en definitiva, es proporcionar un marco que permita un consumo eficiente de la electricidad independientemente de cómo se desarrollen las tecnologías o los objetivos políticos en el futuro. Aseguran que, de incorporar sus recomendaciones, los países podrían conseguir ahorros de costes significativos, especialmente con las tecnologías de la información y la digitalización del sector.

Por ejemplo, un sistema de mediciones podría afinar el precio y el coste real de los servicios de electricidad, lo que podría animar el “lado de la demanda” del sistema eléctrico y alinear innumerables decisiones con la optimización del bienestar social neto. Hasta la fecha, los sistemas eléctricos han sido diseñados para satisfacer los picos de la demanda y para cumplir con los márgenes de seguridad establecidos en una etapa en la que los clientes de electricidad eran en gran medida inflexibles y ciegos a los verdaderos costes y beneficios potenciales de sus decisiones de consumo o producción de electricidad, explica el informe.

En muchos casos, esto ha dado lugar a infraestructuras costosas y muy infrautilizadas. Un consumo más inteligente de electricidad y, por tanto más rentable, además del despliegue de recursos energéticos distribuidos podrían aportar miles de millones de euros en ahorros y por tanto en la mejora de la utilización de la infraestructura eléctrica.

Los consumidores, cada vez más protagonistas
Según el estudio, los consumidores ya se enfrentan en la actualidad a una elección sin precedentes respecto a cómo obtienen su energía y a cómo controlan su consumo de electricidad, independientemente de si son conscientes de esas opciones o si lo hacen a día de hoy.

Las nuevas oportunidades incluyen la capacidad de invertir en generación distribuida, electrodomésticos inteligentes (la domótica) y mejoras en la eficiencia energética. Pero como la gran mayoría de los sistemas eléctricos no tienen precios eficientes y tarifas reguladas ajustadas a la realidad del sector, algunos consumidores se han lanzado a hacer inversiones ineficientes para autoconsumir su propia electricidad, y por tanto están sobre compensando los servicios que proporciona el sistema eléctrico.

Cambios propuestos por MIT
Gracias a los sistemas de telemedición, los precios de electricidad deberán reflejar únicamente los costes y los cargos regulados del sistema.
Las tecnologías de la información y la digitalización permitirán un seguimiento más detallado de los consumos eléctricos.

Se deben minimizar las distorsiones de los costes diseñados para recaudar impuestos, a causa de los costes de las decisiones políticas (como programas de eficiencia, ayudas para la calefacción, subsidios a las energías renovables, subsidios cruzados entre diferentes categorías de consumidores, etc.).

Los responsables políticos y los reguladores deben tener cuidado con la posibilidad de una “deserción de red” ineficaz de los consumidores si los costes residuales y los cargos por decisiones políticas son demasiado altos.

Los incentivos basados en resultados pueden impulsar a las compañías eléctricas a mejorar en la calidad del servicio.

Se necesitan incentivos para la innovación a largo plazo y así acelerar la inversión en proyectos de I+D.

Se debería mejorar el diseño del mercado mayorista para integrar mejor la generación distribuida.

Al tener una red eléctrica interconectada son necesarias normas regulatorias sólidas para la ciberseguridad y la privacidad.

Mejorar la utilización de los activos existentes y un consumo de energía más inteligente tienen un gran potencial de ahorro en costes. La economía de escala es importante, de hecho, el autoconsumo o el almacenamiento de energía no es rentable en todos los contextos y lugares.

En definitiva, el sector eléctrico y las compañías que lo conforman deben ser cuidadosamente reevaluados para minimizar posibles conflictos de interés en el futuro, porque lo que es seguro es que el modelo va a cambiar.

 

FUENTE: MIT

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