La población no para de aumentar y se generan nuevas demandas energéticas. Abastecer a la población mundial requiere combinar la necesaria reducción del dispendio energético con el aumento decidido de energías renovables y limpias.

El cambio climático detonado por las emisiones descontroladas de dióxido de carbono es la causa de las olas de calor, las sequías, las inundaciones y la exacerbación de los modelos climáticos que se da en muchos lugares del planet, si continuamos así el futuro pinta muy negro. Es por tanto una eviden­cia que el motor del mundo, queramos o no, va a tener que cambiar de combustible. Cuanto antes, mejor.
Tampoco el uranio, del que dependen las centrales nucleares, durará para siempre: se prevé que también dentro de este siglo xxi alcance su cénit.

La indispensable energía eléctrica se obtiene de fuentes no renovables, y el restante 23,7 %, de energías verdes (de entre las cuales la hidráulica representó el 16,6 %). La fuerza del viento, capaz de mover un sinfín de turbinas generadoras de ese valioso flujo de electrones, es hoy un puntal dentro de las renovables.

En 2015 la energía eólica se convirtió en la fuente principal de la nueva capacidad de generación de electricidad en Europa y Estados Unidos, y la segunda en China. Nuestro país ocupa la quinta posición en el ranking mundial de naciones con mayor capacidad eólica per cápita, después de Dinamarca, Suecia, Alemania e Irlanda, y también es uno de los países líderes en la fabricación de turbinas eólicas, con más de un 5% del mercado.
La capacidad eólica mundial se ha incrementa­do muchísimo: si en 2005 era de unos 60 GW, en 2015 superó los 430 GW. Las energías eólica y fotovoltaica representaron en 2015 el 77 % de las nuevas instalaciones de producción de electricidad.

Cada hora el sol lanza a la Tierra más energía de la necesaria para satisfacer las necesidades de la población mundial durante un año, pero el aprovechamiento que hacemos de ella es mínimo. Hoy, la tecnología más utilizada y extendida para convertir esa riqueza procedente de nuestra estrella en energía (eléctrica o térmica) es la energía solar fotovoltaica, que se obtiene haciendo incidir la radiación solar en un dispositivo semiconductor –la célula fotovoltaica– que convierte la energía lumínica en electricidad.

Aunque el uso de combustibles no fósiles aumentará más que el de los fósiles (petróleo, gas natural y carbón), estos últimos representarán más de tres cuartas partes del consumo mundial. Los efectos medioambientales de este modelo energético son la causa del cambio climático que afecta a todo el planeta y también generan, entre otras muchas cosas, episodios de contaminación extrema. En este mundo superpoblado, encontrar una manera sostenible de progresar requiere, indefectiblemente, un replanteamiento de nuestro uso de la energía.

 

Fuente: National Geographic

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